Hace aproximadamente tres semanas que eliminé mi cuenta de Facebook.
Y lo digo así, con la boca bien grande. Nunca fue una red social que me gustara especialmente, y no le vi la gracia hasta que empecé a rentabilizarla como escritora, sobre todo a partir de la creación de la página de A través del sexo. Y fue también, más o menos en esa época, cuando empecé a descuidar mi blog.
Ahora puedo decir que no echo de menos Facebook. En absoluto. No añoro el icono azul de la app en mi móvil, y definitivamente, tampoco las continuas notificaciones de dicha app, que te obligaban a entrar en Facebook cada poco solo para no tener en el móvil ese enojoso icono rojo que parecía indicarte que tenías cosas pendientes por hacer. Nunca perdí mucho el tiempo en Facebook, y sin embargo, todo tiempo pasado en Facebook me parecía perdido. Tenerlo me parecía superfluo. A mis amigos y familia los tengo muy presentes en la vida real y más presentes todavía en el dichoso WhatsApp. Las noticias de sus vidas siempre he preferido recibirlas en persona, y nunca he preferido un chateo a una agradable conversación sobre unas tazas de café. El resto me parece superfluo.
El único aspecto de Facebook del que me costó desprenderme no tiene nada que ver con mi perfil personal, sino con la página de A través del sexo, que al desactivar mi perfil, ha dejado, virtualmente, de existir, y ni siquiera sé si podré recuperarla algún día si decido reactivar mi cuenta, pero también creo que esa página ya había cumplido su función, se había amortizado, y que quizás no tenía sentido seguir apegada a ella.
Sé que muchas aplicaciones y funciones online están vinculadas a Facebook y limitadas, por tanto, a sus usuarios, pero sinceramente, es algo que de momento ni me preocupa ni me ha ocasionado (al menos de momento) molestia alguna. No echo de menos Facebook, y aunque solo he tomado la decisión de desactivar temporalmente mi cuenta, no creo que de momento vaya a volver.
Lo que sí echo de menos, y lo llevo haciendo desde hace varios años, es este blog. Sentía que ya no tenía nada interesante que contar o compartir, mayormente porque cuando lo tenía, lo decía y compartía en redes sociales como Facebook y Twitter. Parecía que al irlo descuidando también iba perdiendo mi derecho a escribir en él, como si ya no tuviera sentido volver, hasta que recordé que este blog es ante todo mi propio espacio, creado para mí y que aunque preferiría que no fuera solo mío, me he dado cuenta de que prefiero que sea eso a que desaparezca.
Quizás por eso, aparejado a mi deseo de abandonar Facebook, vino otro, el de reactivar este blog, aunque solo sea para poder expresarme y tener un lugar propio en este enorme océano que es internet, alejado del bullicio y la inmediatez de las redes sociales.
Así que ahora, si quieres pasaros por aquí, me veréis de vez en cuando. Reorganizaré el blog, que ha quedado algo desfasado, y probablemente me anime (por fin) a hacer la migración a WordPress y tener un dominio propio, para poder empezar de nuevo este proyecto que nunca debí haber abandonado.
Pienso que es una pena que por las redes sociales, los blogs hayan quedado en desuso (levanto las dos manos y las dos patas, porque soy la primera que abandonó el mío). Así que me parece estupendo que vayas a retomarlo, y sobre todo desde el "lado oscuro" de WordPress y hosting propio ^___^