Quedé con Clara en un intermedio entre clases, en el pequeño arbolado que hay tras el edificio principal de la facultad de ciencias biológicas de la Universidad Fernando VII.
La veo venir a lo lejos y me fijo en su cuidado Outfit: una falda blanca de tablas, una ceñida camiseta fucsia que resalta sus pequeños pechos, cuya silueta solo es parcialmente ocultada por un largo collar de cadenas entrelazadas que tintinea a su paso. Porta un enorme bolso granate de Channel en una mano y un vaso de papel, presumiblemente lleno de café en la otra, y me doy cuenta de que es tan bonita como imaginé que sería. O más. Su cabello negro, cortado a lo Cleopatra, enmarca una diminuta cara en forma de corazón, en la que destacan unos increíblemente grandes ojos grises. Tras las presentaciones, me mira con curiosidad, frunciendo su pequeña boca en un mohín encantador y yo pienso fugazmente que ese es el tipo de mujer por la que una podría cometer una locura. Carraspeo, incómoda.
—Hola Clara, me alegra que hayas aceptado a esta entrevista por parte de la revista “Mariliendre hasta la muerte”.
—Gracias a ti por querer entrevistarme. —Da un sorbito a su vaso de café, dejando un surco de carmín rosado en la boquilla—. Lo que no entiendo es el por qué de la entrevista.
—¿No está claro? —pregunto—. ¡Porque tú eres la Mariliendre perfecta!
—¿La qué?
—Pues, según la Wikipedia —recito—, “una Mariliendre o Mariliendra es una expresión española usada para referirse a una mujer heterosexual que se asocia exclusivamente con hombres homosexuales y bisexuales, o mujeres cuyos amigos gays son muy cercanos”.
—Vaya, pues no sabía que había una palabra en español para referirse a mí —bromea—. Ahora entiendo el por qué de la entrevista.
—Entonces, ¿te identificas con ese estereotipo?
—Sí, totalmente. ¡Desde que llegué a España todos mis amigos son gays! Y ahora que sé que mi hermano también lo es, al menos en parte…
—Supongo que entiendes que como amiga de varios hombres gays, y hermana de uno recién salido del armario, es esa faceta de tu vida la que más interesa a mis lectoras. ¿Te importa si te hago algunas preguntas al respecto?
—No, no me importa.
—¿Qué se siente al tener tantos amigos gays?
—Ay, pues es muy divertido. Estos chicos saben como vivir la vida, y la disfrutan. A veces tengo la sensación de que ellos sí que saben como vivir sin reprimirse.
—¿Es muy diferente la forma en que ven en Alemania la homosexualidad a cómo la ven en España?
—No lo sé muy bien, porque yo en Alemania ni me movía en el mundo gay, ni tenía —para qué negarlo— mucho interés en el tema, pero me da la sensación de que aquí hay algo más de libertad y de aperturismo.
—¿Fue un choque cultural para ti cuando llegaste a España?
—Sí, pero para bien, porque yo tengo un carácter muy latino, heredado de mi madre probablemente, y me siento más a gusto aquí que en Alemania en ciertos aspectos, porque creo que esta cultura se adapta mejor a mi carácter. Tampoco el lenguaje ha sido un gran problema, yo hablo el español muy bien desde pequeña, gracias a mi madre, así que sólo me lío con el idioma cuando me dicen refranes o frases hechas que no entiendo muy bien.
—¿Por qué te gusta ir al Sodoma?
—Pues —frunce el ceño, parece extrañada por la pregunta—, porque me lo paso muy bien. ¿Por qué si no?
—¿Y qué sientes al saber que David ahora te puede acompañar allí?
—Me entusiasma la idea, pero él no quiere —pone pucheros.
—¿Alguna vez te has planteado ser bisexual como tu hermano o tener algún momento con una tía?
—Mmmmhhh, siento cierta…curiosidad por otras chicas, pero nunca me lo he planteado en serio.
—¿Y enrollarte con uno de tus amigos gays?
—No. Bueno, no lo sé…
—¿Con cuál de tus amigos gays tendrías un rollo de una noche?
—Pues… supongo que con Noah. O con Pablo —añade en un susurro, como si temiera que la oyeran.
—De tus amigos gays, ¿cuál sería tu novio, cuál tu padre y cuál tu hijo?
—¡Uy! Qué pregunta tan curiosa. Pues mi novio sería Noah, que es muy mono; mi padre sería Pablo, aunque yo creo que más bien sería mi madre—se ríe—. Y Samuel sería mi hijo. ¡Lo achucharía a todas horas!
—Hablemos ahora un poco de tus amigos. ¿Qué opinas de lo que ha pasado entre Samuel y Pablo?
—Que Pablo se ha portado muy mal con él, y no sólo porque le puso los cuernos. Samuel lo ha pasado muy mal por su culpa. Cuando te dije que mis amigos no tenían inhibiciones, me refería sobre todo a Pablo. Me parece muy bien que viva su vida como quiera, pero sí que creo que un poco de contención le vendría bien.
—¿Qué pensaste de Noah cuando lo conociste?
—Que era muy lindo.
—¿En algún momento se te pasó por la cabeza tener algún rollo con él?
—Sí. Incluso intenté ligármelo. Fue cuando me dijo que era gay.
—¿Alguna ves te sentiste enamorada de él?
—No, que va.
—¿Te gustaría tenerle como compañero de trabajo?
—Sí. Es una persona muy competente.
—Si Noah no fuese gay, ¿crees que sería tu prototipo de chico para tener una relación, o solo te acostarías con él?
—Pues yo creo que sí que me acostaría con él, pero también pienso que podríamos congeniar como pareja. Es uno de esos chicos, ¿sabes? —pregunta frunciendo la nariz.
—Hablemos un ratito de hombres heterosexuales, para variar. Después de ver los regalos que le dio Pablo a Noah, ¿te compraste un dildo para usarlo con Guillem?
—Sí, pero él no quiso dejarse. —Pone pucheros—. Aún lo tengo guardado, en espera del chico adecuado…
—¿Qué esperas de un novio?
—¿Aparte de que me deje usar ese dildo con él? —Se ríe—. Lo mismo que todas las chicas: que me quiera, y que cuide de mí, y que me trate bien y sea bueno. Y que me sea fiel, claro. Nada más y nada menos.
—Eso lo dices por lo que te pasó con Guillem, ¿no? —le pregunto. Me mira suspicaz y suelto la bomba—. ¿Te has enfrentado con él después de verlo con otra en la boda de tu hermano?
—¿Cómo sabes eso?
—No puedo desvelar mis fuentes —digo enigmática.
—Pues no —me dice con un mohín—. Me he imaginado miles de veces decirle algo, pero luego me lo encuentro y no me atrevo.
—¿Qué cosas te gustan en un hombre?
—Ay, pues no sé. Que sea guapo, y divertido. Que le guste salir de noche y bailar. Que sea educado, y que no mire a otras chicas cuando esté conmigo (¡ni siquiera a escondidas, que eso se nota!). Me gustan los chicos grandes y musculosos, y que se depilen, porque no me gusta enrollarme con ellos y luego tener pelos en la lengua.
—Ya, eso se nota.
—¿Cómo dices?
—No, nada. ¿Y es importante para ti el nivel cultural que demuestre un chico para formalizar una relación?
—Pues mira, en parte sí. No me importa enrollarme con un chico que no sepa quién fue Mozart o lo que es el ADN, pero para enamorarme de un chico, siento que necesito que me estimule intelectualmente, y no sólo físicamente.
—¿Te has enamorado locamente de alguien alguna vez?
—Sí, alguna que otra vez.
—¿A qué edad perdiste tu virginidad?
—A los dieciséis.
—¿Con quién?
—No con la persona adecuada —dice con una triste sonrisa.
—¿Cómo fue?
—No muy bien. No lo disfruté mucho, y cuando todo terminó recuerdo que pensé: “¿Ya está? ¿Esto es el sexo? ¿Tanto rollo para esto?”. Pero claro, eso sólo fue la primera vez, luego aprendí a disfrutarlo —Y se sonroja.
—Háblanos de tu último chico, ¿es tan guapo Moisés como Noah?
—Mmmhh, a pesar de que son hermanos y de que se parecen un poco, la verdad es que son dos tipos de chico muy distintos, y es difícil compararlos. A mí Moisés me resulta más atractivo, pero Noah es más mono.
—¿Por qué crees que no tienes futuro con Moisés?
—Porque estoy bastante segura de que es de esos que lo único que busca en una chica es algo de sexo. Y ya está. De momento no me importa, porque a mí tampoco me viene mal un poco de sexo —dice pícara—. Pero para algo a largo plazo, ese tipo de chicos no sirven.
—¿Y cómo es en la cama? Danos detalles.
—Ay no, que me da vergüenza hablar de eso. Pero te diré que no está nada mal.
—¿Te contó alguna vez que Noah le pidió que no se portara como un gilipollas contigo?
—¿Qué? No, no me dijo nada. ¿Noah le dijo eso?
—Ahora dinos la verdad —la insto—. ¿Te liaste con el hermano de Noah para pagarle con la misma moneda?
—No. —Menea la cabecita—. Bueno, en parte sí. Lo que pasa es que para mí los hermanos de mis amigos son sagrados, y por eso, por mucho que me atraía Moisés, yo me decía que no me podía liar con él. Pero cuando me enteré de lo de Noah y mi hermano… Pues pensé que si él podía, yo también.
—Más allá de tu enojo con Noah y tu hermano, ¿cómo puedes tener algo con un chico que no sólo es homófobico, sino que se ha portado muy mal con tus amigos gays?
—Ya lo sé, ya lo sé —suspira—. Pero es que me atraía mucho…
—Y si Moisés se enamorase de ti y te buscase con buenas intenciones, ¿le darías una oportunidad?
—Mmmhhh… —lo piensa un momento—. Puede que sí, no lo sé. Pero no creo que eso pasara, la verdad.
—A ver, una batería de preguntas rápidas: ¿Tu color favorito?
—El rosa.
—¿Tu comida favorita?
—Los perritos calientes
—¿Y tu canción favorita?
—“Eternal flame” de The Bangles.
—¿Tienes mascota?
—No, si no me dejas contar a los chicos —Y se ríe.
—¿Qué es lo más loco qué has hecho en tu vida?
—Nada. No soy de muchas locuras. En el fondo, soy más bien aburrida y me contento con ver las locuras que haces los demás.
—¿Has tenido una relación con algún chico que luego saliera del armario?
—No, ¡que yo sepa, claro! —se ríe.
—Bueno, hablemos de otro tema candente. Recientemente has descubierto que a tu hermano le gusta tanto la carne como el pescado.
—Pareces muy al tanto de mi vida privada.
—Soy una gran investigadora —espeto, y antes de que pueda rechistar, entro a saco—: ¿qué sentiste al descubrirlo?
—Pues al principio me sentí muy confusa, y no lo entendía. No era una cuestión de homofobia —se apresura a aclarar—, es sólo que yo le había visto enamorarse y casarse con una chica, y de repente va y me dice que estaba acostándose con un hombre y que estaba enamorado de él… Pues que quieres que te diga, fue un shock.
—Ahora que sabes la verdad sobre David, ¿le sigues mirando igual?
—En general sí, no es que mi relación con él haya cambiado o nada por el estilo, pero ahora entiendo porqué él es tan hermético con respecto a su vida privada, y eso hace que sienta mucha más curiosidad por él que antes.
—¿Te ha contado algo sobre sus otras relaciones?
—Muchas cosas, pero no todo lo que yo quiero saber. Como acabo de decir, es muy hermético.
—¿Cuál de tus amigos (que no sea Noah) crees que quedaría bien como pareja de David?
—Ay, ¡ ninguno! Aunque ahora que lo pienso, siendo muy perversa, y si no se llevaran tan mal, quizás mi hermano y Pablo podrían pasar un buen rato juntos, ¡pero no les digas que he dicho eso!
—¿Qué piensas de la relación que tuvo tu hermano con Lorea?
—Pues pienso que él la quiso, y que quizás podrían haber sido felices juntos si ella no hubiera muerto. Fue todo muy triste, la verdad.
—¿Aceptarías que David tuviera una relación sentimental con Noah o con otro hombre? ¿Les apoyarías, incluso con tu padre de por medio?
—Sin dudarlo un instante.
—¿Qué sentimientos tienes ahora hacia tu padre después de saber que tu hermano se distanció de ti y tu familia por su culpa?
—Pues tengo sentimientos ambivalentes. Por un lado, mi padre siempre ha sido muy bueno conmigo. Es un padre estricto y tiene sus defectos, pero siempre me ha querido mucho. Me cuesta creer que por el contrario, haya sido tan malo con David. Sé que a determinadas personas les cuesta entender la homosexualidad, pero no tanto como para que un padre rechace a un hijo de esa forma…
—¿Qué sentiste cuando tu hermano se fue de casa sin saber por qué? ¿Cómo fueron para ti todos estos años sin él?
—Pues mira, es que por aquel entonces yo era muy pequeña, tendría unos ochos años o así, y no entendí nada de lo que pasaba. De todas formas, para mí David siempre fue un hermano ausente, por eso de que él estudiaba en Inglaterra, así que tampoco era como si yo estuviera muy acostumbrada a tenerle en mi vida, sólo le veía en vacaciones. Cuando él terminó el instituto, recuerdo que llegó a casa y me dijo que estudiaría en Alemania y que pasaríamos más tiempo juntos, y luego, de repente, cambió de opinión y decidió irse, y no supe por qué hasta ahora. En ese sentido, David y yo no hemos tenido una verdadera relación de hermanos hasta que yo me vine a España y convivimos juntos.
—¿Crees que tu madre aceptaría a David tal y como es?
—Pues yo creo que sí. Creo que mi hermano debería ser sincero con ella y contarle la verdad, porque todos estos años mi madre siempre ha pensado que David la ha abandonado en cierto modo, pero él no quiere ni oír hablar del tema.
—¿Y a Noah como yerno?
—Eso ya no lo sé, pero me atrevería a decir que mi madre aceptaría a cualquier persona a la que David quisiera.
—¿Cómo es la relación con tus padres?
—Bastante buena. Yo nunca tuve los problemas con papá que tuvo David, y mi madre me adora.
—¿Estarías dispuesta a unir de nuevo a tu familia?
—Como he dicho, creo que David debería hablar con mis padres, hacer que mi padre le aceptara y reconciliarse con él, pero David no quiere ni intentarlo.
—¿Te ves casada y con hijos algún día? Dado que ahora tienes experiencia “maternal” por cuidar de tu sobrino.
—Siempre me han gustado mucho los niños, me encantaría tener unos cuantos, pero más adelante, que aún soy muy joven.
—¿Y ves a Noah como padrastro de Íker? —tuerce el gesto y me doy cuenta de que he metido el tema muy a la fuerza—. A mis lectoras les gustaría conocer tus opiniones sobre la relación de tu hermano con tu mejor amigo.
—Ya veo.
—Entonces, háblanos de ese momento en el que lo descubriste todo, ¿qué fue lo que hiciste tras encontrar la chaqueta de tu hermano en el armario?
—Me enfadé con Noah, y le pegué una bofetada. Luego me fui directa a casa, y le pegué otra bofetada a David.
—¿Y luego?
—Luego hablé con él, le exigí que me dijera la verdad. De camino a casa había estado atando cabos, recordando cosas que Noah me había contado sobre su David y llegué a casa hecha una furia. David lo confesó todo y yo no hice más que echarle en cara que no me lo dijera antes.
—¿Cómo reaccionó él?
—Pues al principio apenas me dijo nada, yo no hacía más que gritarle. Luego me lo contó todo. Creo que una vez que empezó a hablar, fue bastante sincero conmigo. Parecía afectado, y molesto de que yo me hubiera enterado así, y me dijo que tenía intención de contármelo, pero no sé si eso es verdad.
—¿Qué fue exactamente lo que te contó acerca de su relación con Noah?
—Pues me lo contó todo… incluso algunas cosas que yo ya sabía por parte de Noah, antes de saber que su Davidera mi hermano. Me contó cómo se conocieron, y me habló de la relación que tuvieron antes de que yo llegara a España, y de por qué rompieron. Luego me confesó que habían seguido viéndose a veces, a escondidas de mí, y que después de la muerte de Lorea, él se había apoyado en Noah para superarlo y que… Bueno, que se había vuelto a enamorar de él.
También me contó los problemas que había tenido con papá, y porqué se había esforzado tanto en ocultarme que era gay. Hasta ese momento, yo había pensado que fue con desconfianza hacia mí, así que en parte, fue un consuelo.
—¿De verdad has perdonado a Noah después de eso, o es una estrategia para que se acerque a tu hermano?
—Sí que le he perdonado. Al fin y al cabo, no me parece lógico perdonar a mi hermano y a él no. ¿A qué te refieres con estrategia?
—A que si David te pidió que te volvieras a acercar a Noah, para saber de él.
—No, pero sí que me aconsejó que siguiera siendo su amiga. Dice que no debo culparle de lo que pasó.
—¿Cómo te sentiste al descubrir que Noah y David habían sido amantes y que llevaban años mintiéndote?
—Pues muy molesta de que no me lo contaran, como te podrás imaginar, y muy traicionada.
—Entiendo que las mentiras son duras de digerir, pero ¿qué crees que hubieras hecho tú en la situación de Noah?
—Supongo que al principio lo mismo que él, es decir, no le dices a alguien a quien acabas de conocer que has estado liado con su hermano, sobre todo si se dan determinadas circunstancias.
—¿Determinadas circunstancias?
—Sí, ya sabes, que son dos hombres y eso —musita—. Eso siempre incita más al secretismo. Pero luego, yo… yo creo que no hubiera podido ser amiga durante años de alguien a quien miento sistemáticamente.
—¿Estás molesta con Pablo porque lo supo desde un principio?
—Sí, y también estuve molesta con Samuel. Entiendo que no me lo contaran, pero jolines, me han hecho sentir como una tonta.
—¿Te hubieses sentido menos traicionada si tu hermano y tu mejor amigo se hubiesen sentado contigo a contarte todo?
—Claro que sí, aunque me hubiera molestado por ser la última en saberlo, hubiera sido mejor a enterarme de casualidad. No sé siquiera porqué pensaron que no lo aceptaría.
—¿Entonces lo aceptas? ¿Aceptarías que David y Noah tuvieran una relación de pareja?
—Sí. No lo sé. Es decir… a mí no me molesta que David quiera estar con un hombre, y Noah es un chico estupendo pero… Supongo que sí que lo aceptaría.
—¿Acaso te resulta incómodo imaginarlos como pareja?
—No lo sé, me resulta raro. Es que aún no me he acostumbrado a pensar en mi hermano con otros hombres, como para pensar en él con uno de mis amigos. Además, ahora mismo la situación entre ellos está tan viciada…
—¿Qué piensas de la relación que han tenido David y Noah todo este tiempo a tus espaldas?
—Pienso que… pienso que tuvo que ser difícil para ambos tener que llevarlo tan en secreto, y también pienso que ambos han cometido errores con la otra persona. Ahora me pregunto hasta qué punto he jugado yo un papel en su relación, sobre todo porque sé que una de las razones de que David no haya querido acercarse a Noah durante un tiempo haya sido mi amistad con él, y también me pregunto si Noah sabe esas cosas y si me culpa de ello.
—¿Durante este tiempo, David te ha pedido explícitamente alguna vez que le preguntes algo a Noah?
—¿Que le pregunte algo? No sé a qué te refieres. Es verdad que a veces David me preguntaba por Noah, que cómo estaba, que cómo le iba en clase, ese tipo de cosas. Yo no le daba importancia, pensaba que sólo le interesaba porque era mi amigo y un becado de la Fundación Ícaro. Ahora pienso que realmente David se interesaba por él, pero nunca me preguntó nada personal ni intentó sonsacar información de Noah a través de mí.
—¿Crees que a pesar de todo lo que ha pasado entre ellos, deberían darse una oportunidad?
—No lo sé. Sé que mi hermano quiere volver con él, pero Noah le ha rechazado de plano. Sus razones tendrá.
—¿Y por qué crees que Noah actúa así?
—Supongo que será porque cree que David le ha tratado mal.
—¿Y tú qué opinas de eso?
—Pues no lo sé. La verdad es que me cuesta ser objetiva cuando hablo de mi hermano. Evidentemente Noah cree que David le ha tratado mal, y en parte tiene razón, pero yo conozco la versión de David y también tiene sus razones. Mi hermano ha cometido errores, pero quiere enmendarse, y ahora es Noah el que se está portando mal, negándose a hablar siquiera con él.
—¿Crees que David se merece una segunda oportunidad?
—Creo que todo el mundo la merece.
—¿Qué te parece el enfermero para con Noah?
—Pues no puedo opinar porque no le conozco, sólo le vi un par de veces en el hospital cuando Carlos estaba ingresado, pero Noah parece contento con él.
—¿Te parece que Noah se está conformando con Rafa porque estar con tu hermano es muy complicado?
—No —dice muy seca—. Si Noah quisiera estar con mi hermano, estaría con él.
—¿Ayudarías a tu hermano a conquistar a Noah?
—Ay, es que eso es muy complicado. Para empezar, Noah parece no querer nada de él. Pero sí que le ayudaría… si me pidiera ayuda.
—¿Por qué no intentas convencerle?
—¿Convencerle de qué, de que luche por Noah y todo eso? —resopla—. Es que soy yo la que no sabe si eso es buena idea, pero sé que es lo que mi hermano quiere. Creo que ahora mismo está esperando a que las cosas se enfríen un poco. Quizás cuando Noah deje de estar tan enfadado, David podría volver a acercarse a él y arreglar las cosas. Si me pides mi opinión, te diría que preferiría que pudieran estar juntos, porque sé que mi hermano podría ser feliz así, pero me da mucho miedo que las cosas entre ellos se desmadren y terminen peor que ahora.
—¿Crees que podrían tener un futuro como pareja?
—No lo sé. David dice que ellos tienen un relación especial, que hay algo muy fuerte entre ellos.
—¿Crees que Noah podría hacer feliz a tu hermano?
—David parece creer que sí.
—Esto me lleva a mi pregunta inicial. Si David y Noah volvieran juntos, ¿crees que tu sobrino sería un obstáculo en su relación? ¿Ves a Noah como padrastro de Íker?
—Pues… Esto ya es teorizar mucho. Es verdad que Noah no muestra mucho interés por los niños, pero tampoco es que no le gusten. De hecho, mi propio hermano nunca quiso tener hijos y ahora está hecho un padrazo. Supongo que si ellos dos volvieran juntos, Noah se acostumbraría a mi sobrino. En todo caso, no creo que Íker fuera un problema si ellos quisieran se pareja. Pero de ahí a verlo como padrastro… No sé yo.
—¿Serías la madrina de boda si David y Noah terminasen juntos?
—Uy, qué preguntita. Sí, claro que lo sería. En parte, pienso que si las cosas entre ellos terminasen bien, sería una historia muy romántica, pero como acabo de decir, no lo veo muy probable.
Oímos sonar el timbre que avisa del reinicio de las clases y Clara se levanta, musitando una disculpa. Yo también me incorporo, al fin y al cabo, ya no tenía más preguntas que hacerle.
—Muchas gracias por atenderme tan amablemente.
—No hay de qué —contesta abstraída mientras rebusca en su enorme bolso granate. Saca un labial rosa y se retoca el maquillaje. Luego me dedica una enorme sonrisa—. ¿Tú también eres una Mariliendre? —me pregunta mientras nos dirigimos al aulario.
—Sí —le digo—, pero yo estoy especializada en los amigos gays de ficción.
—¿Y de qué te sirve tener amigos gays de ficción? —Me mira como si yo estuviera loca.
—Tienen una ventaja fundamental sobre los reales.
—¿Cuál? —pregunta escéptica. Nos paramos justo en la entrada del edificio, donde nos separamos.
—Que los puedo ver follando.
—Ah… —dice. Me echa una última miradita y se mete en el aulario, pero antes de que se aleje demasiado, la puedo oír musitar—. Pues sí que es una buena ventaja.