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Reto: los imprescindibles de 2013. Alicia en el País de las Maravillas

Creo que es muy difícil comentar un libro como «Alicia en el País de las Maravillas». Sinceramente, me siento como si tuviera que hacer un comentario de texto para clase y fuera a ser evaluada por él. Pero ya que yo solita me metí en este berenjenal, lo haré, y lo haré lo mejor que pueda.
«Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas» o «Alicia en el País de las Maravillas», como es comúnmente abreviada, es una novela de Lewis Carroll, pseudónimo de Charles Lutwidge Dodgson. Supongo que mucha gente conoce la historia: en 1.862 tres hermanas, Lorina, Alice y Edith, piden a Dogson, durante un paseo en barca por el Támesis, que les relate una historia maravillosa, a lo que él responde relatándoles las aventuras de Alicia (Alice, una de las hermanas) en un lugar fantástico y lleno de paradojas (episodio al que hace referencia el poema que prologa la historia). Poco después, Dodgson se dispondría a escribir dicha historia, dándole forma publicable junto al ilustrador John Tenniel.
Alicia es una de esas obras que todos conocemos, incluso aquellos que no la han leído. Quizás la adaptación cinematográfica de Walt Disney de 1.951 es la versión de la novela que más ha contribuido a convertir sus más característicos rasgos en parte del imaginario colectivo: la búsqueda del conejo blanco, la caída por su madriguera, la irritable e irritante Reina de Corazones, el Sombrerero Loco, la prepotencia de una Oruga azul de siete centímetros de estatura que fuma sobre una seta…
Alicia, nuestra protagonista es una niñita, pizpireta y muy espabilada, que aburrida de la lectura junto a su hermana de un libro sin dibujos, se entretiene en perseguir a un conejo blanco de ojos rosados que no dejaba de decir «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!». En su persecución Alicia cae por la madriguera del conejo a un lugar donde nada es lo que debería ser.

«O el pozo era muy profundo, o ella caía muy despacio, poque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después.»
Alicia se esfuerza continuamente en intentar encontrarle la lógica a toda disparatada situación en la que se encuentra y se frustra cuando no lo consigue. Sin embargo, como toda buena señorita de la época, hace gala de una educación casi incansable, que usa continuamente para intentar lidiar con los alocados personajes que se cruzan por su camino.

«-¿Quién eres tú? -dijo la Oruga.
(…)
-Apenas sé, señora, lo que soy en este momento… Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
-¿Qué quieres decir con eso? -preguntó la Oruga con severidad-. ¡A ver si te aclaras contigo misma!
-Temo que no puedo aclarar nada conmigo misma, señora -dijo Alicia-, porque yo no soy la misma, ya lo ve.
-No veo nada -protestó la Oruga.
-Bueno, quizás usted no haya sentido hasta ahora nada parecido -dijo Alicia-, pero cuando se convierta en crisálida, cosa que ocurrirá cualquier día, y después en mariposa, me parece que todo le parecerá un poco raro, ¿no cree?
-Ni pizca -declaró la Oruga.
-Bueno, quizás los sentimientos de usted sean distintos de los míos, porque le aseguro que a mí me parecería muy raro.
-¡A ti! -dijo la Oruga con desprecio-. ¿Quién eres tú?»

La lectura de Alicia… obliga a plantearse al lector la existencia de una doble sentido, de una profundidad no esbozada a simple vista, de un significado que va más allá (debo reconocerlo) de lo que todo el mundo (me incluyo) puede entender. No hay que olvidar que Dodgson era matemático y lógico de profesión, y según los entendidos (y aquí sí que no me incluyo) Alicia… está plagada de juegos lógicos y de ejemplos de cómo se entendía el tiempo y el espacio según las concepciones Newtonianas del siglo XIX. 
 «-¿Qué reloj más raro -exclamó-. ¡Señala el día del mes, y no señala la hora que es!
-¿Y por qué no había de hacerlo? -rezongó el Sombrerero-. ¿Señala tu reloj el año en el que estamos?

-Claro que no -reconoció Alicia con prontitud-. Pero eso es porque se está tanto tiempo dentro del mismo año.

-Que es precisamente lo que le pasa al mío.»

«-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo-, que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¿El Tiempo es todo un personaje! (…) Si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj.
(…)
-¿Es esto lo que ustedes hacen con el Tiempo? -preguntó Alicia.
El Sombrerero movió la cabeza con pesar.

-¡Yo no! -contestó-. Nos peleamos el pasado marzo, justo antes de que ésta se volviera loca, sabes (y señaló con la cucharilla la Liebre de Marzo). (…) El Tiempo cree que quise matarlo y no quiere hacer nada por mí. Ahora son siempre las seis de la tarde. (…) Siempre es la hora del té, y no tenemos tiempo de lavar la vajilla entre té y té.»

Alicia… también parece contener una crítica a la sociedad de la época (como la relación antagónica entre la Duquesa y la Reina de Corazones, reflejo de la rivalidad entre la Duquesa de Kent y su hija, la mismísima Reina Victoria) y la educación que recibían las «señoritas». 
«-¡No sabes lo contenta que estoy de volver a verte, querida mía! -dijo la Duquesa, mientras cogía a Alicia cariñosamente del brazo y se la llevaba a pasear con ella. (…) Estás pensando en alqo, querida, y eso hace que te olvides de hablar. No puedo decirte en este instante la moraleja de eso, pero la recordaré en seguida.
-Quizás no tenga moraleja -se atrevió a observar Alicia.
-¡Calla, calla, criatura! -dijo la Duquesa-. Todo tiene una moraleja, sólo falta saber encontrarla.»
Pero más allá de sus «signifcados ocultos» Alicia… es una obra fantasiosa y de entretenimiento, que evidencia la proverbial imaginación de su autor y que ha influído en el arte y la cultura de buena parte del siglo XIX y el siglo XX. Es un libro que se lee con soltura y con curiosidad, que está maravillosamente bien escrito, que probablemente se lea con mayor gravedad en la edad adulta que en la niñez y que creo que todo el mundo debería leer alguna vez, aunque sólo sea para descubrir la fuente de las múlitpes referencias culturales que nos ha dejado este autor. Como dijo la Duquesa, todo tiene una moraleja: sólo falta saber encontrarla.
Os dejo con una de esas «referencias culturales» que Alicia nos ha dejado.


Referencias:
Wikipedia
Siglos curiosos

2 comentarios en «Reto: los imprescindibles de 2013. Alicia en el País de las Maravillas»

  1. Vaya, es leer tu entrada y ya me entran ganas de leer Alicia de nuevo…

    Leí los dos libros (porque hay una segunda parte,'Alicia a través del espejo', si mal no recuerdo) cuando tenía la edad de la protagonista. Por eso creo que muchos de los juegos de lógica que mencionas o los dobles sentidos se me pasaron desapercibidos, y todo me lo tomé más literalmente. Sin embargo si hubo algo que se me quedó grabado, y era una adivinanza que hacen en un momento del libro: '¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?'

    En su momento me dio muchos quebraderos de cabeza, lo juro xD

  2. Hola! ^^ Sí que hay una segunda parte (la leeré este mes) y esa sí que no la he leído. Yo leí Alicia… por primera vez siendo ya adulta, y se me quedó la sensación (igual que con este segunda lectura) que me perdí algo importante… La adivinanza del cuervo y el escritorio, sin embargo, la tomé como un sinsentido más y no le presté un segundo pensamiento. Quizás, como dije arriba, este libro se lee de diferente manera en la edad adulta que en la infancia. Si la relees y cambia tu percepción avísame, para confirmar mi teoría 😉

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