Ahí va otra de mis pequeñas obras. Este relato lo realicé para el taller Oghmios de Literatura Homoerótica.
Entré en clase a las ocho en punto como cada día, pero me sorprendió comprobar que no había nadie y que todos los pupitres estaban vacíos. Miré a mi alrededor atónito, buscando una explicación para la ausencia de mis compañeros. El timbre que marcaba el inicio de las clases sonó al tiempo que oía como la puerta del aula se cerraba detrás de mí. Me giré despacio, para encontrarme de frente con esos ojos que me roban el aliento cuatro horas a la semana. El tiempo se detuvo un instante, quedó suspendido en algún lugar de mi conciencia al ver como Carlos, mi maravilloso profesor de literatura, se acercaba a mí moviéndose de una manera sinuosa muy impropia en él.
—¿No ha llegado nadie? —preguntó mirándome con intensidad.
—No —dije con un hilo de voz.
Los dos primeros botones de su camisa estaban desabrochados y su morena piel quedaba expuesta. Quise acariciar el tibio vello de su torso y hundirme en el profundo olor que emanaba de él. Tragué saliva con dificultad mientras intentaba apartar mi mirada de su anhelante pecho.
—Bien, entonces tú y yo estamos solos —llegó hasta mí y acarició mi rostro con infinita ternura mientras su perfume me invadía—; voy a tener que darte una clase privada.
—¿De literatura? —pregunté muy nervioso.
Una curiosa sonrisa se insinuó en sus labios.
—No, de eso no —dijo mientras acercaba sus labios a los míos en un camino lento, pero inexorable.
Dejé que me atrapara en su beso y en su olor. Hundí mis manos en su sedoso cabello mientras él introducía sus dedos, como trémulos tentáculos, por el interior de mi camisa. El contacto de sus manos contra mi piel me hizo gemir.
—Carlos —jadeé cautivado por su contacto.
—Mi precioso niño —dijo a su vez con los labios hundidos en mi cuello, mordisqueando mi piel, haciéndome enloquecer con las palabras que deseaba escuchar—, siempre te he deseado…
Llevé mis manos a su camisa y la desabotoné con ansia, sólo para poder hundir mi nariz en su pecho y aspirar el profundo perfume de su virilidad. Carlos era tan hombre, tan guapo, tan fuerte, y yo lo deseaba tanto.
Me elevó, cargándome por debajo de las axilas, hasta dejarme sentado en la alta mesa desde donde nos daba clase. Sentí bajo mi piel la fría madera pulida y sólo entonces me di cuenta de que toda mi ropa había desaparecido. Me estremecí. Entre besos, Carlos me miraba lleno de pasión.
—Eres tan hermoso, mi dulce niño —sus palabras acariciaban mis sentidos— tan hermoso…
Un gemido entrecortado escapó de mi garganta mientras el deseo fluía imparable por mis venas. No sentía vergüenza sino ardor, un ardor incontrolable que me hacía querer revolcarme con él como un perro en celo. Le atraje hacía mí, sumergido por completo en esta realidad sin pudor, rodeando su cintura con mis piernas hasta que nuestros miembros se rozaron deliciosamente. Me restregué contra él en un intento de aplacar esa ansiedad que me corroía por dentro, mientras con mis manos descorría los cierres de su cinturón. Sus pantalones cayeron, derramándose por sus piernas al tiempo que quedaba a la vista su tibia y palpitante carne. Le toqué, ansioso de sentir su fuerza bajo mis manos, deseando entregarme a él con cada fibra de mi ser. Insinuante, me tumbé sobre la mesa invitándole a acercarse más, mientras se mantenía entre mis piernas, acariciando mi cuerpo con avidez y mirándome con deseo.
—Mi pequeño, mi hermoso pequeño —sus labios pronunciaron las palabras sin moverse, mientras sus manos tanteaban hambrientas mi entrepierna.
Abrí las piernas, entregado por completo a él, mientras sentía cómo su hombría se adentraba en mí, llenando mis entrañas con calor y placer. Carlos dentro de mí, abrasándome, mientras agarraba mis caderas con sus manos, apresando mi carne entre sus dedos hasta hacerme sentir un agradable dolor. Me apreté contra él para hacer la penetración más intensa y él incrementó el ritmo de sus embestidas. Mi cuerpo se estremecía sin ningún control mientras clamaba por el desahogo del orgasmo y Carlos, que no apartaba sus ojos de los míos, jadeaba con cada furiosa embestida. El mundo a mi alrededor pareció desaparecer mientras me corría, o quizá era yo el que se desvanecía: ya no sentía la dureza de la mesa debajo de mí, ni a Carlos en mi interior. Cerré los ojos, confuso, mientras intentaba recuperar el control de mi cuerpo y de mi mente. Un insidioso zumbido comenzó a sonar más allá de los límites de mi conciencia. Me sentía desorientado, ¿era el timbre que marcaba el final de la clase? Volví a abrir los ojos, pero Carlos no estaba allí. Ni él, ni la clase, ni los pupitres. Me giré confuso y me encontré en mi propia cama. Alargué el brazo y apagué el despertador con un manotazo, al tiempo que caía dolorosamente en mi propia realidad. Eran las siete de la mañana y tenía que vestirme para ir a clase. Pensé, apesadumbrado mientras me ruborizaba, que a primera hora tendría literatura. Me senté en la cama y aparté la manta, sólo para encontrarme completamente manchado: mi semen se había derramado en mi pijama y entre la ropa de cama.
—Mierda —mascullé—, encima voy a tener que cambiar las sábanas.
Soy una ingrata, mira que vos siempre me escribis comentarios tan lindos y yo no te respondo, no tengo perdon. Te agradezco profundamente que te pases por mi blog y me siento feliz que te gusten mis dibujos y tambien que te guste mi novela ^^. Me voy a hacer un tiempito para leer tu novela, te agradezco mucho el apoyo, besos, Makino Tsukushi.
Pobre chicooo como le haces esoo, que feo tener sueños eroticos y despertarte solo para darte cuenta de que no son reales. MMMM que tristeza XD, en fin estuvo muy caliente el asunto XD, me gusto, es agradable leer algo bien escrito ^^, aunque te confieso que no soy fanatica de los relatos escritos en primera persona, no se me gusta mas en tercera persona, sera mi parte voyerista? XD, pero tu relato me parecio muy bueno ^^, felicidades, y gracias como siempre por apoyarme. Besos, Makino Tsukushi.
waaaaaaaaaaaa era un sueño TwT
igual estubo MUY bueno me encanto *0*
me gusta mucho lo que escribes.
No cuento con mucho tiempo pero voy a ver como hago para leerme tus otras historias
NO ME LAS PUEDO PERDER! XD
si quieres pasate por mi blog ^^
ODIO esa clase de sueños. Empatizo con el protagonista y reniego a su creadora, por ser tan malvada con él… mira que el pobre chico sólo venía buscando una clasecita de literatura.
Dios, es horrible eso de soñar cosas maravillosas para luego despertarte y darte cuenta de que lo único interesante que tienes que hacer es… lavar las sábanas jajajajajaja.